Manuel Niembro de la Concha en El Oriente de Asturias del 8 de diciembre 1895, nº 549.

Tócame hoy hablar algo de las elecciones del domingo último, y en verdad que se me presenta ancho campo para, haciéndome eco de la vox populi, poner de relieve el calvario de traspiés que dieron nuestros representantes municipales, diciendo que administraban los intereses procomunes.

Pero, bien mirado, para qué? Ganaríamos algo con ello? No, ciertamente; todo sería vocear en el desierto, perdiendo lastimosamente el tiempo que necesito para cosas más útiles.

Se notaba en estas elecciones, que la generalidad de los electores se han retraído de emitir sus sufragios, importándoles un ardite, a lo que parece, que los interventores nombrasen al moro Muza para concejal, pues pensaban, y pensaban bien, que aunque se sentase este pagano en el alcaldesco sillón y empuñase el bastón de borlas, no nos habría de gobernar tan paganamente.

En elecciones pasadas, reinaba un entusiasmo indescriptible por sacar triunfantes de la urna determinadas candidaturas, candidaturas que representaban la independencia, el arraigo, la honradez, la buena voluntad… por cuyas cualidades parecían encarnar los deseos y aspiraciones de un pueblo que ahito de vejaciones, quería a toda costa conquistar su independencia, rompiendo el ominoso yugo del caciquismo de bajo vuelo a que se veían sujetos, base de todos los males que nos aquejan.

Por eso, ebrios de goro, saludaron la venida de los nuevos Redentores con un ¡Hosanna! que si modulaban los labios, primero había pasado por el corazón;… pero ¡ay!, pobres incautos, no tardaron en conocer sus errores, al comprender que lejos de ser redimidos, se veían más esclavos cada día.

Entonces perdieron dos de las teologales virtudes: la fe y la esperanza: ya no creían, no podían creer en promesas halagadoras, ni en inteligencias precoces, ni esperaban que pudieran venir más bonancibles tiempos.

He aquí el resultado de las elecciones:

D. Ricardo Huerta, 83 votos; D. Juan Prieto Fernández, 70; D. Juan Alonso Fernández, 45; D. Benito Vega, 38; D. Francisco Inguanzo, 23; D. Manuel Berridi, 12:

En el escrutinio que tuvo lugar hoy jueves, fueron proclamados concejales los cuatro primeros, que obtuvieron mayor número de sufragios.

Por vez primera llevan nuestra representación al Ayuntamiento: son todos nuevos en aquella casa, y aunque los mejores propósitos los animen, serán estos ineficaces, pues necesariamente se han de estrellar por la corriente de una mayoría que obrará a su antojo en todas las ocasiones.

Al parecer el concejo municipal se compondrá de diez individuos, faltando, por tanto, uno para el número de padres que debieran llevar allí nuestra representación.

Cinco eran las vacantes que existían, y el Sr. Alcalde, por obra y gracia de omnímoda voluntad, al participarlo a su superior, sólo le dio cuenta de cuatro…

Es lo que él dira:

«cuantos menos bultos, más claridad».

Manolo.

Diciembre 5 del 95.