IV - CASAS E HIJOS ILUSTRES

Fueron hijos ilustres de Cabrales, dignos de recordación:

Pedro Suárez Guerra, misionero saeteado por los indios en los primeros tiempos del descubrimiento de América.

El venerable franciscano José Gómez de Mestas, muerto en opinión de santo en Puebla de los Ángeles en 1627.

Doctor Juan Alonso Asiego y Ribera, a quien después del arzobispo Valdés, debe Asturias la fundación de la Universidad de Oviedo. Fue natural de la Ría, en Cabrales (de donde era su padre Pedro Sánchez Asiego), según unos, o de Oviedo, según otros, en la mitad del siglo XVI. Se preparó en Oviedo, estudió en Salamanca, fue cura en Navarra y Mondoñedo y marchó a Roma, donde el papa le nombró en 1596 canónigo ovetense, capellán perpetuo de don Gutierre, y dos años mas tarde deán. En comisiones del Principado, ciudad y cabildo hizo repetidos viajes desde 1602 a Madrid y Valladolid acosando a los testamentarios del arzobispo Valdés Salas con memoriales y dictámenes para el establecimiento de la universidad, consumiendo en ello su hacienda además de adquirir crecidas deudas, hasta que por su energía y constancia se logró la creación de los Estudios. Fue tercer rector en 1606, falleciendo tan sabio y virtuoso asturiano en 1615 1..

Don Ramón de Posada nota, de Berodia. Estudió en Valladolid y Oviedo, fue muy joven oidor de Guatemala, alcalde del crimen de Lima y fiscal y ministro en la Audiencia de Nueva España en 1780.

Don Pedro de Alonso Díaz, ya citado como bienhechor de su patria, Inguanzo, administrador general de cruzada en México, gran patriota, que donó un navío de guerra completo y equipado al rey, y éste le distinguió en 1792 con título de Castilla de marqués de Santa Cruz de Inguanzo.

Reverendísimo don Francisco Mier y Campillo, de Arenas, obispo de Almería, último inquisidor, fue protector decidido de sus paisanos.

Don Pedro de la Bárcena y Valdivieso, nació en 1768. A últimos del siglo pasado hizo la campaña contra la república francesa en el ejército de Navarra; en la de la Independencia fue inolvidable coronel, brigadier y mariscal de campo del ejército asturiano desde 1808 a 1811; herido en Geva y en Puelo, encontrándose en muchos combates, incluso las batallas de Vitoria y la de Tolosa de Francia; ascendió a teniente general en 1816, siendo después inspector general en 1821 y ministro de la Guerra en 1823.

Su hijo don Pedro Alejandro de la Bárcena y Ponte hizo las primeras armas siendo niño al lado del padre; sirvió y mandó el provincial de Oviedo, fue Brigadier de la Guardia Civil y, promovido a mariscal de campo, tuvo varios gobiernos militares y la capitanía general de las Islas Canarias. En la primera guerra civil demostró su bizarría en diferentes ocasiones, siendo herido, prisionero, y el primero que penetró en las trincheras de Guardamino con la bandera de su regimiento en la mano. En 1837 fue diputado a Cortes por Asturias y, poco antes de morir, en 1873, desempeñó la modesta alcaldía de Peñamellera, dejando gratísima memoria en este concejo y en Cabrales.

Y apartándonos de los triunfos de Marte, creemos que será grato remate del presente breve trabajo el homenaje debido a un varón virtuoso, humilde y sapientísimo. Fue el doctor don Manuel Prieto y Mestas, hijo de pobres labradores de Berodia en 1793. Prendado de su inteligencia, el párroco le recomendó a los monjes de Celorio, donde Prieto estudió latinidad y filosofía con extraordinaria lucidez; en la Universidad de Oviedo completó la filosofía y cursó teología, brillando en sus academias y sustituyendo cátedras mientras completaba otros estudios, particularmente el de lenguas clásicas y orientales en el colegio de San Vicente. Después de recibir los grades académicos, el cardenal Inguanzo le llamó a su lado en 1824 con cargos de confianza; y el modesto cabraliego fue en Toledo catedrático de teología, rector del colegio de Santa María, y racionero en 1828. Nuestro paisano compartía el tiempo en prácticas religiosas y en estudios filológicos de latín, griego, hebreo, árabe, etcétera, pudiendo decirse de él que era consumado políglota. Cuando los sabios alemanes hicieron especial edición de la Historia Natural de Plinio, confrontándola con la francesa de 1587 y un manuscrito del siglo XIII de la iglesia toledana, éste difícil trabajo fue encomendado al racionero Prieto con su compañero el señor Ruiz, recibiendo misiva laudatoria de gracias del rey de Sajonia y de la Universidad de Dresde porque se negaron a recibir recompensa alguna por su muy penoso cometido. En reñida oposición a la canongía de penitenciario de Oviedo, Prieto obtuvo diez votos, le faltaron tres para obtener la prebenda... y fueron aquellos ejercicios muy discutidos entonces y después. Consumido por estudio incesante y obras de caridad en que agotó más que sus recursos, se apagó la vida de este sabio modesto y candoroso en 1839. Dejó manuscritos y comenzados trabajos muy notables y una muy rica escogida biblioteca con preciados ejemplares, avalorados por notas y apostillas del profundo saber que atesoró este malogrado hijo de Cabrales.



1. El excelentísimo y reverendísimo señor don José María de Cos, actual arzobispo de Madrid-Alcalá, antes inolvidable magistral de la S.I.C.B. de Oviedo y tan conocedor de su archivo, nos facilitó en 1872 muchas e interesantes noticias biográficas del benemérito deán Asiego, personalidad oscurecida y casi olvidada, con las que pudimos escribir extensa biografía del rector don Juan Alonso en nuestra Historia de la Universidad de Oviedo, etc. (Oviedo, 1873).
En el ingreso de la escuela se colocó en 1861 lápida conmemorativa del fundador inquisidor Valdés, del promovedor el ilustre cabraliego, del sapientísimo catedrático Feijóo y del insigne restaurador Campomanes. Dice del deán:

JOANNI DE ASIEGO
LANGUENTIS JAM DIU INSTITUTI STRENUO PATRONO^


Nota: Don Ramón de Posada nació realmente en Onao, Cangas de Onís, el 3 de enero de 1746, sin perjuicio que un homónimo nacido en Berodia equivocara a los autores.^



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